Reflexiones de un contratista forestal
Por Rubén López Vargas, ingeniero forestal de la Universidad de Chile
El haber iniciado mi desarrollo profesional como ingeniero forestal en los años 80, haber sido durante 40 años contratista para una gran empresa mandante y ver como se subestima actualmente la abnegada labor y entrega de las empresas de servicio, me provoca una gran pena y decepción.
Por aquellos años, la gran compañía forestal toma la decisión de traspasar a empresas contratistas las faenas en terreno que en ese momento eran directas. Esto requirió formar contratistas que fueran capaces de cumplir los requerimientos del proceso. En el caso particular de la cosecha de bosques, sólo los involucrados en ese entonces saben lo que significaba llegar oportunamente con la madera a puerto. Un día extra de barco en puerto podía matar esa transacción. En ese entonces, los caminos eran sólo rutas rurales en pésimas condiciones, que conectaban las comunas forestales con los puertos.
Los inversionistas nacionales y extranjeros visualizan el tremendo potencial que tiene el sector forestal en el país. Se inicia así un gran proceso de inversiones y crecimiento que requirió de profesionales forestales de altísima calidad y, de igual manera, empresarios contratistas que estuvieran a la altura de este desafío. Todo indica que esta alianza y los criterios usados tuvieron un exitoso resultado. Hoy la empresa forestal chilena está presente en los 5 continentes y goza de un gran prestigio, en las empresas de servicio han jugado un papel preponderante.
Llegar a este status no ha sido fácil, por el contrario, las empresas de servicio han tenido que aportar y desarrollar una estrategia propia que requirió de gran dedicación, compromiso, fortaleza y energía. Al desembarcar el Chile forestal en los grandes mercados mundiales, debió cumplir con las altas exigencias de certificación internacional de sus productos. Es en este punto las empresas de servicio vuelven a cumplir un rol clave.
Me permito destacar algunos hitos relevantes:
° En torno a los años 90, un colega contratista, Patricio Belmar (Q.E.P.D), de su propio cálculo, gestión y riesgo, viajó a Estados Unidos y estableció una estrategia con la fábrica Timberpro, creadores de un equipo especialmente diseñado para faenas forestales con cabezales procesadores, y lo trajo a Chile. Fue tal el éxito en seguridad laboral, producción y productividad, que en un breve plazo la gran mayoría de las mandantes chilenas implementaron esta innovación en sus faenas.
° Los equipos tradicionales de cosecha en altas pendientes, provocaban gran erosión al suelo. Un grupo de gerentes de empresas de servicio, con fondos Corfo, viajó a Canadá a conocer esa realidad de país forestalmente desarrollado. Esta experiencia les permitió participar activamente, en conjunto con la mandante, en la implementación y puesta en operaciones de estos nuevos equipos, que en definitiva fue la solución. En resumen, se cambió de un sistema de cosecha por arrastre a un sistema de carga suspendida.
° La cosecha aérea provocaba importantes surcos erosivos en el terreno. Con el trabajo de un grupo de trabajadores y empresarios contratistas, se ideó e implementó un sistema denominado “Madereo Variable”, que solucionó dicho inconveniente y facilitó que la mandante lograra su necesaria Certificación FSC, expresado por un auditor internacional de la nombrada entidad certificadora. Este proyecto fue tan significativo, que recibió un reconocimiento de la Fundación Carlos Vial Espantoso como la mejor innovación del año y fue destacado en un seminario organizado por el Ministerio de Hacienda de la época.
° En el ámbito de la seguridad y convencidos que es el factor más importante del proceso productivo, empresas de servicio del área Arauco, por propia iniciativa y asesorados por psicólogos y especialistas en conducta y relaciones humanas, desarrollaron e implementaron un sistema denominado “Autocuidado”, que involucró tanto a los propios trabajadores como a su grupo familiar y jefaturas. Fue tan exitoso el resultado en las cifras de accidentabilidad, que la Compañía Arauco lo hizo extensivo a todas sus zonas.
Han sido muchos los aportes, pero también las pérdidas. Es así como alrededor del año 2000 aparece un flagelo para el negocio forestal: los atentados terroristas. El ataque incendiario a maquinaria e instalaciones de contratistas, con irreparables pérdidas y altísimos costos, que debieron asumir los propios contratistas y sus trabajadores, lamentablemente ha ido dejando en el camino a muchos colegas contratistas que contribuyeron al desarrollo forestal de Chile.
Por lo expuesto y mirando ahora desde fuera esta realidad, me entristece lo que está aconteciendo con nuestra actividad como empresarios forestales. Todos sabemos los sacrificios que nos exige nuestra labor, días laborales que empiezan y terminan de noche, semanas sin fines de semana, vacaciones muchas veces inexistentes, crecimiento de nuestros hijos que no pudimos disfrutar… pero así elegimos emprender. Lo lamentable es que actualmente su permanencia como empresario depende de un ejecutivo en una oficina centralizada analizando una planilla Excel. No podemos desconocer que todos los procesos productivos, para ser competitivos, deben ser dinámicos y cambiantes según las condiciones del mercado. Pero que este proceso no sea sólo a costo de tus colaboradores.
Los forestales me entenderán: cuando uno planta un árbol destinado a producción, sabe que en algún momento deberá cortarse, cuando esté firme y preparado. Antes lo podaste y raleaste varias veces. Señores mandantes, sabemos y tenemos claro vuestro invaluable aporte en el desarrollo forestal de nuestro país, pero existe una máxima: devuélvele a la vida y al negocio lo que la vida y el negocio te han dado. En ello, las empresas de servicio tienen un valor incalculable en esa ecuación de la inversión.
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