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Brigadistas forestales, la primera línea en el combate a los incendios

Brigadistas forestales, la primera línea en el combate a los incendios

El verano 2023 no pasará al olvido tan fácilmente. Las miles de hectáreas destruidas por los incendios que afectaron desde la Región del Maule al sur dejaron un panorama desolador. Fueron semanas en que miles de personas vieron como sus terrenos, casas y sueños fueron arrasadas por las llamas, que finalmente fueron controladas luego de días de combate ininterrumpido de miles de brigadistas, equipos aéreos y voluntarios.

Pero ¿cómo fue esta labor? Los brigadistas, Claudio Salazar, Gabriel Grandón y Erwin Flores, todos con décadas de experiencia en siniestros de diferentes magnitudes y terrenos, estuvieron en la primera línea este año, calificado por muchos como las emergencias más complejas, por la extensión y por la simultaneidad de las llamas.

Su motivación
Salazar es oriundo de Cauquenes, en la Región del Maule y trabaja en WOF Chile, que es la empresa que le presta servicios a la forestal Arauco en Concepción, Chillán y Constitución.

Desde 1998 que trabaja en incendios forestales y llegó a esta profesión a los 18 años convencido por un amigo. La idea era hacer algo antes de ingresar al servicio militar, pero se enamoró de este oficio y se quedó hasta hoy. “Creo que la motivación principal es poder ayudar a la gente cuando veo que peligra su casa. Cuando uno hace algo para salvar vidas o infraestructura, al final del día valoro esta noble labor, que hasta hace pocos años era poco reconocida”, estimó.

Aparte, planteó que es un trabajo súper dinámico, porque no estoy siempre en un solo lugar, sino que, en zonas e incendios distintos, confrontando diferentes topografías y situaciones. “La verdad que uno se va sintiendo héroe al cumplir esta tarea, que al final nos motiva, a todos los brigadistas, a volver cada año, junto con proteger los recursos naturales y al país”, subrayó.

Sin embargo, reconoció que esta fue una temporada bien complicada, que abarcó una gran superficie y que marcó una realidad distinta, pues en 2017 se registró mucha superficie quemada, pero no fueron tantos incendios, fue solo uno, como el ocurrido en el sector de Las Máquinas en Maule, que quemó 150.000 hectáreas hacia el norte. “Creímos que lo habíamos visto todo, puesto que el fuego arrasó con varios lugares, como Santa Olga, donde me tocó combatir. Fue una experiencia fue traumática”, apreció.

Luego de esos acontecimientos, vino un poco de tranquilidad, pensando que habían vivido el mayor desastre de la historia de incendios forestales en Chile. Sin embargo, este año hubo simultaneidad de siniestros activos en un solo día. Hace 6 años fueron 2 o 3 que llamaron la atención, pero este año se dieron muchos incendios en 24 horas. “Entonces la verdad es que uno al hacer un análisis, no habíamos visto todo en el 2017”, apreció.
Recordó que ese año estuvo a punto de perder la casa de sus padres, pero durante 2023, al menos en Maule, la situación no fue tan complejo como lo fue en Ñuble, Biobío y La Araucanía.

“Creímos que lo habíamos visto todo, puesto que el fuego arrasó con varios lugares, como Santa Olga, donde me tocó combatir. Fue una experiencia fue traumática”.
Claudio Salazar.

Lecciones
Sobre las lecciones que deja la catástrofe de este año, Claudio Salazar dijo que la vulnerabilidad quedó al descubierto, dada la simultaneidad de los focos. Si bien existen muchos recursos tanto de las empresas privadas como del Estado, aun así, todos fueron sobrepasados. “Pienso que debemos trabajar más en enseñar a la población para que actúe en forma preventiva, porque lo incendios no dañan empresas o bosques, sino que a las familias y eso es lo que debe entender la gente, en cuanto a pensar en los demás”, remarcó.

Condiciones adversas
Por su parte, Gabriel Grandón, oriundo de los Álamos, recordó que luego de hacer el servicio militar por 3 meses, se presentó en la planta Horcones, en Arauco, donde le dieron la posibilidad de ser brigadista forestal.

La capacitación ya existía por medio de unos manuales que venían con las herramientas profesionales. Así inició una carrera, siendo su primer incendio la liquidación de un siniestro que se presentó en la parte alta de la Cordillera de Nehuelbuta. “Cuando llegamos solamente había humo y habían terminado su línea. Fuimos a echar agua en una tarea que tomó 14 días”, recordó.

En los inicios las tareas eran pocas y estaba a la espera que ocurrieran incendios, pero a partir de 1986 “fui más consciente de la realidad. En el fondo me enteraba que la ocurrencia no solo era en el área donde estaba, sino que a nivel global de la empresa forestal y, aparte, había asumido como jefe de brigada”.

Respecto a la agresividad de las emergencias, rememoró que los acontecidos en 2017 fueron muy particulares, por la geografía, la fecha y en las zonas donde se presentaron, con mucha comunidad rural. Sin embargo, el brigadista sostuvo que los de este año, fueron más complejos por las condiciones de sequía y el cambio climático, sumado a que cree que se están acabando las estrategias para situaciones de mayor magnitud, por lo que se hace necesaria capacitación constante.

A ello se suma, planteó, que se está plantando más eucalipto que pino, el que servía de defensa para ciertos lugares. “Actualmente es más difícil enfrentar un incendio, pero la preparación es adecuada, pero el cambio climático hace que los combustibles sean más inflamables. Que es complejo sí, pero el hombre debe crear nuevas estrategia y tácticas, junto con lograr asociaciones con los vecinos y empresas para enfrentar esta realidad”, propuso.


“Actualmente es más difícil enfrentar un incendio, pero la preparación es adecuada, pero el cambio climático hace que los combustibles sean más inflamables.
Gabriel Grandón.


Combate complejo
A su vez, Erwin Flores, originario de Callucupil, Cañete, y residente junto a su familia en San José de Colico, al norte de Curanilahue, dijo que en 1991 se le presentó la oportunidad de trabajar en la Brigada de Bosques Arauco a través de una empresa de servicios. 

Lleva 32 años en el rubro, partiendo como brigadista, para luego asumir como jefe de cuadrilla, líder de brigada terrestre y jefe de helitransportado durante trece temporadas, además de tres como coordinador aéreo y cuatro como supervisor de incendios forestales.

Por ende, señaló que este año la cantidad de siniestros, la simultaneidad y los tipos de combustible existentes hoy, sumado a las altas temperaturas, hizo que la propagación de las llamas fuera más rápida, lo que complejizó el combate. “A los anterior se agregó el cambio climático, que se refleja en un alza de las temperaturas, generando una mayor sequía y una aceleración del fuego”, apreció.

Según su punto de vista y experiencia de más de 3 décadas como brigadista, el de este año fue el más grande afectando una enorme cantidad de superficie.

Con todo lo expuesto, Flores indicó que se trata de un trabajo de alto riesgo, pero tomando las medidas de seguridad y la calidad de jefes de brigadas, la labor se hace un poco más liviana, aunque la tarea se ha hecho pesada con el paso del tiempo por la construcción de líneas, las altas temperaturas, el humo y otro tipo de elementos. 

Aparte, como deben cumplir horario, los turnos pueden ser de 10 a 12 horas con un descanso entre medio, pero dada la magnitud de los incendios registrados este año, podían estar 8 a 9 horas continuas combatiendo el fuego. “Llegamos muy cansados a nuestras bases, algunas de las cuales quedan a más de dos horas de distancia. Así como también existen brigadas nocturnas que se desempeñan toda la noche y descansan luego todo el día”, contó.

Pero detrás de todo esto, está el ayudar a la comunidad, porque proteger la casa de una familia los satisface, además de resguardar la naturaleza. “Por eso nos llena de tristeza ver cómo se queman los bosques. A modo de ejemplo, me dio mucha pena ver que el paisaje que veía cuando iba a Santa Juana hoy esté destruido. Esto afecta mucho”, cerró.

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