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El sector forestal y su rol en la transición hacia una economía baja en carbono

El sector forestal y su rol en la transición hacia una economía baja en carbono

Frane Zilic Arquitecto Magíster en Construcción en Madera Gerente de Biobío Madera y coordinador de la Mesa “Futuro forestal para un Chile Sostenible” - Comisión de Desafíos Futuro del Senado de Chile.

Estamos un mundo donde la sostenibilidad se ha convertido en una necesidad, ya sea por convicción o conveniencia comercial, y uno de las principales metas es alcanzar el carbono neutralidad.

El foco de la estrategia lamentablemente parece estar fuertemente en la reducción de las emisiones y, aunque sea completamente necesario, claramente con eso no basta. No conocemos aún un sistema de producción que no emita, por lo que tenemos que incorporar la captura y el secuestro de carbono en la estrategia para poder neutralizar lo que emitimos.

En este escenario. el sector forestal emerge como el protagonista en la lucha contra el cambio climático y la degradación ambiental. El árbol es nuestra herramienta más poderosa para la captura y, si usamos la madera para productos de larga duración, podemos secuestrar el carbono y evitar las emisiones de otros materiales. Sin embargo, el planeta pierde 4.7 millones de hectáreas de bosques por año, una merma que no solo disminuye nuestra capacidad de absorber CO2, sino que reduce la biodiversidad y compromete nuestro futuro con un clima cada vez menos estable. Chile no es ajeno a esta tendencia: en los últimos dos mega incendios hemos perdido 400.000 hectáreas de plantaciones y 250.000 de bosque nativo. Esto implica que, en promedio, en los últimos 10 años hemos estado perdiendo 40.000 hectáreas anuales de árboles.

Las emisiones globales han ido en aumento y la captura en disminución. Claramente así no vamos a llegar a la meta y necesitamos un plan más robusto.

Para revertir esta tendencia, necesitamos un modelo económico que sea viable y que promueva un futuro con más árboles para aumentar la captura. La lógica general parece simple: si logramos acelerar el crecimiento y cantidad de árboles vamos a capturar más carbono. En esta versión reducida del problema necesitamos que haya más seres humanos preocupados de plantar y cuidar estas especies, usando el mecanismo de manejo más eficiente para la formación de biomasa. El problema es que el análisis no termina ahí y necesitamos considerar otras variables para que funcione realmente.

Para que la captura sirva necesitamos considerar el uso que le vayamos a dar a la madera, priorizando que el secuestro sea por la mayor cantidad de tiempo posible. Esto se traduce en dos criterios: Maximizar el uso de madera en productos que la transformen lo menos posible para no comprometer la posibilidad futura de reciclarla, y que se le dé un uso que tenga la mayor duración posible en cada ciclo de vida. Pero tampoco basta con esto.

En el afán por aumentar la captura de carbono no podemos olvidar que el territorio tiene una diversidad de usos. Si no los consideramos corremos el riesgo de olvidar a las personas y animales que viven en estos lugares. Esto tendrá impactos sociales y ambientales que afectarán la aceptación social de la actividad, quitando por ende el respaldo político y comprometiendo el objetivo inicial de tener más árboles.

El futuro del sector forestal es una bioeconomía integrada, donde la producción de madera coexista armónicamente con la conservación de bosques y la protección de otros servicios ecosistémicos. Un sector forestal sostenible no solo es un escudo contra la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, sino también un motor de innovación, empleo y crecimiento económico. Al equilibrar cuidadosamente estos elementos, podemos asegurar no solo la supervivencia de nuestros bosques sino también el florecimiento de una sociedad que respeta, protege y se beneficia de la riqueza natural.

La madera se presenta como una solución multifacética esencial para la bioeconomía. Al transformarse en productos duraderos, el carbono capturado durante la vida del árbol permanece secuestrado. Además, por sus propiedades únicas, la madera se adapta a una amplia gama de usos, reemplazando materiales de alta huella de carbono como el plástico, el cemento y el acero. Desde la construcción hasta la creación de biomateriales, la madera y sus derivados ofrecen alternativas sostenibles para una variedad de industrias, con un enorme potencial de crecimiento local, distribuido en el territorio, cerca de la materia prima.

La demanda creciente por madera sostenible implica, paradójicamente, la necesidad de cortar más árboles. La solución radica en una una coordinación central estable con una estrategia de largo plazo que permita anticipar la demanda futura y plantar hoy más árboles de los que se necesitarán mañana.

El sector forestal está en la encrucijada de los mayores desafíos de nuestro tiempo. La sostenibilidad no es un lujo, es una necesidad urgente y, en este contexto, el árbol se convierte en nuestro aliado más valioso. A través de una gestión forestal responsable y visionaria, podemos transformar nuestros bosques en fuentes de vida, prosperidad y equilibrio ecológico. La tarea no es sencilla, pero el camino está claro: plantar, proteger y rentabilizar diversos servicios ecosistémicos como la madera para hacer económicamente viable el crecimiento sostenido de la cantidad de árboles. En este esfuerzo colectivo, cada árbol cuenta, cada acción suma y cada paso nos acerca a un mundo más sostenible. El uso instensivo y responsable de la madera es el mejor incentivo que podemos dar para que se planten más árboles.

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