Potente programa de conservación busca proteger 7 especies amenazadas
En un importante esfuerzo por la conservación de la biodiversidad y la protección de especies nativas, CMPC está llevando adelante una estrategia ambiental, que apunta, entre sus puntos más relevantes, a preservar especies extintas en su lugar de origen o en peligro que desaparezcan. Justamente, en julio del año pasado, el presidente de la firma, Luis Felipe Gazitúa, presentó públicamente la Estrategia de Naturaleza, Conservación y Biodiversidad, un documento que se fundamenta en cuatro pilares: Biodiversidad, servicios ecosistémicos, soluciones basadas en la naturaleza y territorialidad, priorizando acciones con el fin de mitigar presiones negativas, valorizar de sus áreas de conservación y relevar su relación sinérgica con las plantaciones.
Francisco Rodríguez, exsubgerente de Fibra Sostenible y Conservación de Empresas CMPC, explicó que dentro de lo que es la biodiversidad, la compañía ha relevado siete especies emblemáticas de los bosques que son parte del patrimonio natural. Estas incluyen la araucaria, adesmia bijuga, el naranjillo, el ruil, el pitao, el queule y el toromiro, esta última una especie extinta en su lugar de origen, que es la Isla de Pascua, pero que desde el 2006, la empresa ha estado investigando en asociación con programas de conservación para protegerla.
Además de emprender acciones de conservación, CMPC planea publicar un libro que detalla las características, métodos de reproducción y vulnerabilidades de estas especies. Este proyecto se está desarrollando con la colaboración de expertos de universidades y otras instituciones del país, y se espera que el documento esté listo para el segundo trimestre del año en curso, según adelantó Rodríguez.
Pero la estrategia no solo se enfoca en la protección de especies, sino también en la promoción de servicios ecosistémicos y soluciones basadas en la naturaleza. “Esto implica un enfoque holístico que integra la conservación de la biodiversidad con el desarrollo sostenible de los territorios en los que opera la empresa” apreció el experto.
La decisión de proteger estas especies se basa en tres líneas principales de acción. La primera se enfoca en valorizar su Capital Natural, la segunda convertirse en una empresa Naturaleza positiva y la tercera desarrollar acciones de conservación y propagación de especies iconos del bosque.
“El objetivo es reducir nuestro impacto negativo y mejorar la situación de la biodiversidad para el año 2030, estableciendo las bases para ser una entidad de naturaleza positiva para 2050. Este compromiso implica una serie de procedimientos y prácticas que la empresa está desarrollando y aplicando en sus operaciones”, remarcó Rodríguez.
Trabajo de certificación
Como parte de su compromiso con prácticas sostenibles, CMPC está certificada con los sellos de Manejo Forestal Sostenible, FSC y PEFC, lo que demuestra su dedicación a la gestión forestal responsable. En ese contexto, el subgerente de Fibra Sostenible y Conservación de Empresas de la firma, señaló que desde el año 2004, asumieron un rol activo en la conservación del medioambiente, identificando y protegiendo 15 áreas de alto valor de conservación biológica que abarcan aproximadamente 10.900 hectáreas.
Estas zonas albergan especies emblemáticas y en estado crítico de conservación, como la araucaria, adesmia bijuga, ruil, pitao y el queule, entre otras. La empresa ha implementado medidas específicas para el cuidado de estos ecosistemas. Además, contamos con una identificación de estas áreas de alto valor, lo que implica que no son tratadas como cualquier bosque de conservación o protección. Requieren una revisión y seguimiento detallado y planes de manejo especializados, que son actualizados regularmente. Se realizan monitoreos dos veces al año y en ellos participan expertos de diversas universidades y organizaciones no gubernamentales que estudian el comportamiento de las especies definidas como de alto valor y sus acompañantes”.
Aparte de profundizar en la flora, hay especies protegidas de fauna como el huemul, que está resguardado en dos áreas específicas: en Coyhaique y una zona en Ñuble y Biobío. “Estas áreas no son espacios protegidos por algún servicio nacional, sino que son de especial interés para la empresa, que toma medidas para evitar daños por actividades humanas como la caza, la pesca y realiza otras intervenciones como el control de especies exóticas, que pudiesen comprometer estos valiosos ecosistemas”, destacó.
Mención especial corresponde al tema de los incendios, para lo cual han implementado medidas proactivas para proteger estas áreas de alto valor de conservación. “La colaboración interinstitucional se ha convertido en un pilar fundamental para enfrentar esta amenaza que pone en riesgo no solo la flora y fauna, sino también los servicios ecosistémicos y las soluciones basadas en la naturaleza”, hizo Rodríguez.
Labor colaborativa
En todo esto, donde los proyectos son muchos, la colaboración con diversas entidades ha sido clave.
Para el caso del monitoreo de las AAVC de araucaria trabajan con académicos de la Universidad de Concepción y la Universidad Austral; para la Adesmia bijuga y el ruil la labor se hace junto a profesores de la Universidad de Talca. También se han unido a con entidades como el Diálogo Forestal Nacional y sus organizaciones miembro como WWF y Codeff, lo que ha permitido desarrollar proyectos específicos para la conservación de especies amenazadas a nivel de paisaje, a las que se suman además otras empresas del sector. También se han sumado en proyectos específicos con Conaf, Infor, SAG y el MMA.
“La temporada de cosecha de semillas de ruil se aproxima, y con ella, la oportunidad de renovar trabajos colaborativos para la preservación de la especie. El trabajo conjunto también ha incluido la preparación e implementación de planes de preservación para zonas de conservación privadas y la implementación de programas de conservación ex situ, que buscan proteger la especie fuera de su área de distribución natural. Estas acciones son cruciales, ya que el cambio climático, y la existencia de diversas presiones, amenazan severamente la sobrevivencia de esta especie”, manifestó.
Aclaró que el ruil, junto con el roble de Santiago, se encuentra entre las especies forestales más amenazadas, con poco más de 300 hectáreas restantes muy fragmentadas, y en peligro de extinción. La colaboración entre diferentes sectores es fundamental para enfrentar los desafíos de los incendios y otros factores complejos que amenazan su supervivencia. “Es una especie muy antigua, que no se ha adaptado muy bien a los cambios que tenemos en nuestra propia atmósfera, de muy baja viabilidad y difícil de multiplicar”, indicó.
Además, al momento están trabajando en la elaboración de un proyecto liderado por INFOR, que aspira a obtener financiamiento a través del FONDEF, el que tiene como objetivo conservar la especie ex situ, emulando lo que anteriormente hicimos con araucaria, muy amenazada tanto en Cordillera de la Costa como de Los Andes, por el ataque de un complejo de hongos posiblemente asociado a bajas defensas de la especie por cambio climático.
Aparte, se ha mencionado la situación de la Sophora toromiro, una especie de la Isla de Pascua que se extinguió en su hábitat natural en 1956, comentó Rodríguez. Afortunadamente, semillas de esta especie fueron recolectadas y llevadas a Europa, donde se logró su propagación. “Plantas resultantes de estas semillas fueron enviadas al Jardín Botánico de Viña del Mar y Arboretum de la Universidad Austral, y desde ahí traspasadas para su conservación y estudios al vivero de le empresa. Desde 2006 CMPC ha realizado múltiples esfuerzos para su propagación. Particularmente exitoso para el objetivo de producción de semillas resultó el trabajo desarrollado con la asesoría del doctor Jaime Espejo, en que púas de Toromiro fueron injertadas en patrones de otra Sophora que crece abundantemente en Chile como el Pelú (Sophora cassioides)”, resaltó Rodríguez.
De esa experiencia la empresa generó un importante número de plantas, sobre 1.000 unidades, que fueron donadas a la CONAF y establecidas en un banco clonal en Peñuelas, Región de Valparaíso, con el objetivo de generar material para reforestar la especie en Rapa Nui. Lamentablemente este objetivo permanece inconcluso.
La lucha por la conservación de la Sophora toromiro y las otras especies son un ejemplo del compromiso de CMPC con la protección de su patrimonio natural y la importancia de la colaboración entre científicos, instituciones y la comunidad para enfrentar los desafíos ambientales.
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