La evidencia chilena sobre plantaciones y disponibilidad de agua
Una serie de estudios del Centro Tecnológico de Hidrología Ambiental de la Universidad de Talca han demostrado que el bosque nativo y las plantaciones no poseen un comportamiento hidrológico con diferencias significativas, sin embargo es necesario seguir investigando para tener certezas productivas y medioambientales.
Existe una preocupación creciente por el agua en el contexto mundial de cambio climático y local de continua sequía, a tal nivel que será un tema a tratar en la definición de una nueva constitución en Chile. Según cifras de la ex delegación presidencial para los recursos hídricos del Ministerio del Interior (2015), el agua representa para Chile, alrededor del 60% de su PIB porque con este elemento se desarrolla todo el marco productivo agrícola, minero, forestal y turístico, entre otros.
Conversamos sobre la disponibilidad de agua en nuestro territorio y la relación con masas forestales con el Dr. Roberto Pizarro, Ingeniero Forestal y Director del Centro Tecnológico de Hidrología Ambiental de la Universidad de Talca: “Cuando hablamos del agua, no es solamente un factor productivo y económico, sino que a través del agua se produce la sustentabilidad de nuestros ecosistemas, es decir, tiene un valor ambiental y debe tener un componente de equidad en su disponibilidad. Y ello porque justamente el agua no tiene equidad en la repartición en Chile, desde norte a sur, ya que hay una diferencia muy grande y si lo vemos de cordillera a mar también es muy distinto.”
La relación entre el consumo de agua y PIB
“Entre el año 1990 hasta hoy, el incremental en el consumo de agua en Chile es de 3,5 veces más porque se está exportando más agricultura, más minería, por el desarrollo del turismo y todo lo que significa la entrega de bienes y servicios internos. Todos ellos necesitan agua y hay demandas ambientales también de quienes quieren preservar sus ecosistemas. Entonces en la misma proporción que hemos sido más ricos, hemos aumentado el consumo de agua porque nuestro PIB también ha crecido 3,5 veces a la fecha. Conclusión de ingeniero: hay una correlación importantísima entre crecimiento económico y consumo de agua y la pregunta es entonces: ¿es esta ecuación sustentable a futuro? La respuesta es no, no podemos mantener ese escenario y el futuro nos demanda una visión distinta.” Roberto Pizarro, Director del Centro Tecnológico de Hidrología Ambiental de la Universidad de Talca
Los usos del agua: consuntivos y no consuntivos
Los usos del agua son de tipo consuntivos y no consuntivos. El uso no consuntivo del agua es cuando se usa y se reintegra inmediatamente al cauce, por ejemplo, las hidroeléctricas. El uso hidroeléctrico no consume el agua, la pasa por una turbina, genera movimiento y la entrega con un diferencial en la cota al cauce.
Por otro lado, existe el uso consuntivo que es cuando se consume el agua. En la agricultura es donde está el mayor consumo consuntivo con un 70% al 72%. Según explica Pizarro -autor principal de 21 libros de especialidad, 8 de ellos bajo el sello UNESCO-, en cifras del año ’95 y muy grosso modo, cada chileno y chilena consumen, en promedio, 15 mil litros diarios de agua. “¿Se preguntarán dónde están esos 15 mil litros? Prácticamente 2/3 son para la generación eléctrica; de los cinco mil restantes, cuatro mil son para riego, después hay alrededor de 700 litros que son para usos industriales de todo tipo donde entra lo agroindustrial, lo forestal, el acero, entre otros. Los chilenos diariamente consumimos 200 litros y 100 litros en otros usos que podamos tener. Estos 15 mil litros diarios es uno de los más altos de América Latina.”
Pero Roberto, ¿tenemos agua? Porque estamos consumiendo tres veces más y tenemos unas de las mayores reservas de agua dulce en Campos de Hielo Sur, junto con la Antártica y Groenlandia.
Si vemos la disponibilidad de agua en términos globales, en promedio Chile se ubica en la posición 24 a nivel mundial. Tenemos alrededor de 54 a 57 mil mt3 por habitante al año. La media mundial son 6.500 mt3 por habitante al año, entonces tenemos una cifra 9 veces más que la media, pero nuestro problema es igual que en la economía, la distribución. Es decir, de Santiago al norte el promedio es de mil mt3 por habitante, menos de 1/6 del promedio mundial. Pero según la UNESCO el mínimo para que puedan subsistir bien las poblaciones humanas es 1.700 mt3 x hab/año. Eso quiere decir que de Santiago al norte estamos bajo el nivel de subsistencia y de Santiago al sur se da una altísima oferta. Tenemos un país desigual no solamente de norte a sur, sino que también de este a oeste.
Otro problema es que esta oferta de agua a veces nos llega de golpe, con inundaciones o tremendas crecidas. Por el contrario tenemos períodos de sequía y aquí surge un elemento central y es que Chile no tiene investigación científica potente ligada al agua y lo he planteado varias veces en Comisiones en el Congreso.
Chile aporta un 0,38% del PIB a investigación científica y tecnológica, somos un país de la OCDE y el promedio de estos países es cercano al 2,5%. Finlandia, país forestal, ¿en qué invierte fuertemente en los últimos 30 años? En educación y en I+D, en investigación y desarrollo, es un 4,5% de su PIB. ¿Y saben cuánto invertimos en investigación sobre el agua? El 0,002%. Entonces nuestro problema es que tenemos desconocimiento de cómo funcionan nuestros ecosistemas y hacemos estudios muy centrados, muy específicos y sacamos conclusiones globales para todo el país, lo que es injusto e ineficiente porque terminamos haciendo políticas públicas que no responden a singularidades territoriales ni a características específicas.
Existe una red de centros de investigación que competimos por menos recursos cada año y todos nos quejamos de lo mismo: No tenemos recursos para investigar, no podemos dar respuestas concretas a ciertos elementos. Estos centros tienen investigadores y la investigación generalmente subsiste solamente si logramos captar recursos fuera. Las universidades en general, no están aportando recursos. La investigación funciona en la medida de que los centros capturan fondos concursables, lo que nos pone a los Centros de Investigación en una condición de competencia y no de cooperación.
Como país hemos sido muy competitivos, pero nuestra competitividad se basa en que ojalá al otro no le vaya bien y ese es el esquema de libre mercado duro. Yo creo que podemos seguir siendo competitivos, pero podemos hacerlo bajo un esquema distinto que es la colaboración, porque los recursos son escasos y necesitamos ser eficientes para optimizarlos.
¿Hay un déficit de inversión desde la academia, desde la política pública, pero desde el ámbito privado cómo se están comportando?
El 0,38% que menciono que va a I+D es el aporte del Estado y, en general, el sector privado tiene una carencia en esa línea. Un ejemplo de investigación privado en el sector forestal es el grupo Arauco que tiene a Bioforest, que hace investigación y tiene un conjunto de doctores que están desarrollando I+D. Este tipo de investigación es relevante porque cuando tenemos conocimiento de lo que está ocurriendo, nuestra política pública va a ser coherente.
Un ejemplo es en el estado de Arizona, en EEUU donde tienen muy claro cómo funcionan sus acuíferos, sus aguas subterráneas, porque tuvieron conocimiento que derivó en políticas públicas y desarrollo. Entonces este círculo virtuoso es muy importante; los países que llegaron a ser ricos, no lo son por casualidad, es porque invirtieron en I+D y los centros de investigación hidrológica estamos muy huérfanos y tenemos que competir por recursos escasos, que muchas veces se gastan dos veces, porque además no hay una coherencia en la asignación de fondos.
Tu mencionas el caso de Arizona y acá mucho se ha hablado de la carretera hídrica que propone Juan Sutil para llevar agua de sur a norte, donde falta ¿aquí cuál es el problema?
Este proyecto choca primero por el conocimiento, porque se dice que se llevarán las aguas que son excedentes, las aguas que sobran y mi pregunta es: ¿Cuáles son las que sobran? ¿Alguien logró definir cuáles son en cantidad y calidad?
Nuestro país al ser montañoso, determina que la recarga de las aguas subterráneas se produzca principalmente en los cauces de los ríos porque el agua escurre rápidamente. ¿Quién puede retenerla arriba? El complejo suelo-vegetación, porque nos llueve en el invierno y en verano es mucho menos, el grueso cae en el invierno. Entonces es en esta estación cuando debemos hacer que se infiltren y recarguen los acuíferos para que en el período estival podamos tener recursos hídricos. Nadie se pregunta esto: ¿por qué sigue circulando agua en los cauces si no ha llovido hace mucho tiempo? La respuesta es porque son aguas subterráneas previamente almacenadas debido a procesos de infiltración profunda.
Cuando hay una crecida en los cauces en invierno, el lecho del río se ensancha y es muy probable que por ese hecho lo haga en zonas de recarga del acuífero. Si voy a sacar el agua que “sobra” en esa zona alta, quizás esté afectando los equilibrios hidrológicos del agua subterránea y la disponibilidad de agua para el período estival. A pesar de que no conozco bien el proyecto, me opondría tenazmente, por todos los efectos medioambientales que podría tener.
Quizá pudiera darse la carretera que va por el mar, pero tendríamos que asegurarnos de que la parte ecosistémica no se vea afectada; pero aguas arriba puede afectar todo el sistema de oferta de agua y de biodiversidad, el equilibrio ecosistémico y la sustentabilidad ambiental de la región y del país. Lo que planteo es que hay que pensarlo muy bien y saber cómo actúan nuestras cuencas.
En un estudio hecho por la misma empresa Bioforest, que está estudiando las aguas a través de isótopos en cuencas pequeñas de 3 a 4 km2, han detectado que las aguas subterráneas se demoran más de 10 años en volver a salir a la superficie. Es decir, cuando estábamos en plena sequía el año pasado, el agua que escurría son aguas que se almacenaron previamente en la cuenca. Tenemos que tener muy claro cuál es esa data y cómo funciona el acuífero y ese es un desafío país.
La relación del agua y el bosque
La relación entre la disponibilidad de agua y los bosques, ya sea nativos o plantacione, es un tema amplio, que ha sido de muchísima discusión y que el Centro de Investigación Hidrológico que dirige Roberto Pizarro lo ha abordado.
En el 2005, a través de un proyecto Fondecyt, este Centro trabajó en la cuenca del río Purapel en la Cordillera de la Costa en la zona del Maule, que estaba rodeada por bosque nativo degradado y muy explotado, donde hubo sustitución por plantaciones de pino. Con el estudio se esperaba conocer cómo se comportaba hidrológicamente el bosque nativo y una cuenca que tenía mayor presencia de plantaciones forestales. Pizarro explica que “nuestra hipótesis era que el bosque nativo se comportaba de mejor manera, es decir, que hacía una mejor distribución del agua en el tiempo en el ciclo hidrológico y los números nos empezaron a mostrar que había un comportamiento bastante similar, en este sentido, entre el bosque nativo y la plantación de pinos. Es más, yo dije que no podía ser porque se nos destruía la hipótesis, y llegamos a la conclusión de que no había diferencias significativas y eso fue publicado en la revista Journal of Hydrology (2005), donde concurren destacados hidrólogos nacionales, entre ellos mi maestro Andrés Benítez ”.
Ese estudio entregó una primera evidencia; luego en 2013 se inició un estudio en 42 cuencas de todo el país, que finalizó hace algunos meses, donde se contrastaron los datos oficiales de la Dirección General de Aguas con la presencia de masas forestales nativas y de plantaciones para observar lo que ocurría y el comportamiento de las cuencas en el tiempo. Nuevamente los investigadores se sorprendieron al ver que en la medida que había masa forestal, independiente de que tipo fuera, había una mejor redistribución de agua en ellas.
“Nosotros pensamos que efectivamente no hay un mayor consumo agua de las plantaciones, que hay un comportamiento similar en el ciclo hidrológico entre el bosque nativo y las plantaciones, pero faltan eso si investigaciones. Lo que es claro es que no hay una demostración fehaciente de que las plantaciones o las masas forestales en general, sean los responsables de una menor disponibilidad de agua.” Esto porque somos un país con clima mediterráneo y esto significa que las lluvias caen en el periodo invernal mayoritariamente. Ahora, en ese periodo la vegetación de todo tipo está en latencia y como dicen los fisiólogos vegetales, el consumo está reducido al mínimo. Cuando la vegetación consume, no hay mayores lluvias. Y esa es una maravilla de la vegetación en estos territorios,
Roberto Pizarro recuerda el paisaje erosionado en el sector del viaducto del Malleco, en el año 1880 cuando comenzó a ser construido, similar al desierto de Atacama y lo compara con lo que hoy existe. “Todos están de acuerdo que la situación actual es muchísimo mejor y nadie debería dudar de la función que tuvieron ahí las plantaciones. Las masas forestales provocan la redistribución de las lluvias del invierno generando una mayor recarga de los acuíferos, sino el agua se vendría rápidamente hacia los cauces por nuestras características montañosas. La vegetación está haciendo una retención del agua en el período en que no consumen, en su latencia fisiológica. Otro punto importante es que para seguir teniendo evidencia, los estudios tienen que hacerse a grandes escalas, porque si se realizan en pequeñas cuencas, podemos llegar a una conclusión errada como ha ocurrido en este tipo de estudios en cuencas con menor envergadura.”
En la web del Centro Tecnológico de Hidrología Ambiental http://ctha.utalca.cl/publicaciones.html está disponible la publicación “Masa Forestal y Disponibilidad Hídrica”, firmada por destacados hidrólogos de distintas universidades del país y EEUU, donde se encuentran distintas preguntas y respuestas con bastante referencia bibliográfica, para profundizar en esta relación agua/plantaciones. “Nosotros creemos que estamos en la senda correcta porque intentamos demostrar la hipótesis 1 y tuvimos que llegar a la hipótesis alternativa, porque no habían diferencias significativas en el rol que tienen nativos y plantaciones. Entonces, yo diría que hay un rol hidrológico relevante de las plantaciones. Ahora hay otras preguntas que tenemos que hacer. ¿Qué pasa con la biodiversidad y los territorios? las que no están respondidas.”
Plantaciones y ordenamiento territorial
Pizarro destaca un punto: la relación de las plantaciones y el ordenamiento territorial. “La cordillera andina del Maule no es la mejor zona para poner las plantaciones, porque tenemos un bosque nativo que perfectamente puede darnos desde biodiversidad, hasta respuestas farmacéuticas y ecológicas. Pero es evidente que necesitamos establecer plantaciones forestales, por ejemplo, para el uso de la madera en la construcción y en mueblería y, con los desechos, producir pellets para calefaccionarnos en el invierno. Y esa es una calefacción verde, porque el pellet emite muy poca contaminación. A mí no me gustaría que el pellet se hiciera de bosque nativo, de maderas nobles; debe ser hecho de maderas para uso industrial. Por otro lado, tengo fotografías aéreas donde se ve erosionado el suelo notablemente por medio de cárcavas. Y hay que decir que la erosión no solo es la pérdida de fertilidad del suelo; los sedimentos corren a los canales de regadío y los tapan con costos altísimos para la agricultura. Estos sedimentos llegan a los cauces, le quita oxígeno al agua y a la fauna y modifica zonas de inundación pudiendo afectar a las poblaciones ribereñas. Son muchos los impactos de una erosión, entonces cuando la tenemos, hay que retenerla. ¿Saben que veo en esas cárcavas? A un ingeniero de apellido pino, a plantas de pino que están ahí reteniendo solos esa erosión. Lo que es genial, el pino me detiene la erosión y por tanto me genera un beneficio. Después le puedo hacer un manejo y lo podría llevar a ser bosque nativo o lo sigo manteniendo como plantación de pino.”
“Lo que tenemos que hacer es usar nuestras opciones productivas y ambientales para otorgarle sustentabilidad a nuestro país en términos de eficiencia energética, de producción de madera y sus derivados, y de la preservación de nuestra biodiversidad y de nuestros bosques nativos, porque tenemos la ingeniería para hacerlo. La ingeniería forestal ha demostrado tener las herramientas para transformar el país y las políticas públicas debieran ser coincidentes con ello.”
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