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Enfrentar las causas, pero también los impactos de la violencia

Enfrentar las causas, pero también los impactos de la violencia

Julio Torres Cuadros, secretario ejecutivo del Colegio de Ingenieros Forestales de Chile

Una tendencia muy común al enfrentar problemas complejos como la violencia en la macrozona sur, es proponer de manera excluyente una estrategia que solo apunte a las causas del fenómeno, o una estrategia que apunte sólo a sus impactos. Este dilema no es exclusivo del conflicto en La Araucanía, se da también al analizar la delicuencia, la pobreza y la mayoría de los problemas sociales complejos.

La estrategia basada en las causas sostiene que cualquier medida que no apunte al origen del problema solo será un parche, una solución que apuntaría a los síntomas, pero no a la enfermedad. Por lo mismo, esta estrategia enfatiza el análisis histórico del fenómeno y la búsqueda de acuerdos entre las partes en conflicto, como la medida más efectiva para desactivar la violencia. Sin embargo, su implementación es lenta y de incierto resultado, ya que siempre habrá quienes busquen sabotear el diálogo y recrudecer el conflicto, con el fin de lograr una posición más fuerte en una futura negociación.

La estrategia basada en los impactos, por otra parte, apunta a contener el daño y minimizar las víctimas que el conflicto genera. En el caso de la violencia en la macrozona sur existen numerosas víctimas y la tendencia es a ver incrementado su número y la gravedad de los daños. Al principio se trató sólo de pérdidas materiales, sin embargo, ahora el conflicto ha costado la vida a funcionarios de carabineros y PDI, trabajadores forestales, dueños de predios agrícolas, choferes, comuneros mapuche, etc. Sin olvidar el impacto sobre la naturaleza debido a los numeroso incendios forestales intencionales en la región, el robo de madera cosechada sin ninguna consideración ambiental y la ocupación ilegal de áreas protegidas. Ahora los ojos están puestos en el centro Carillanca del INIA y el predio Rucamanque de la Universidad de La Frontera. Lamentablemente la investigación se suma a las víctimas del conflicto.

El debate sobre cual es la mejor estrategia es inoficioso, pero útil para quienes desean mantener un estado de incertidumbre e inseguridad. A la estrategia basada en las causas “históricas” se le llama “búsqueda de acuerdos” o “estrategia política”, mientras que a la estrategia basada en los impactos se le llama “militarización”. Esta última denominación, por supuesto, tiene una carga peyorativa claramente intencional que busca instalar un sentimiento culposo en las autoridades. Se omite, además, una tercera vía que apunta a una estrategia integral que no rehúye el control de la violencia mediante la aplicación de las medidas coercitivas que el Estado tiene bajo su responsabilidad, al mismo tiempo que se buscan soluciones políticas. Se puede y deben abordar ambas, ya que no son excluyentes.

Tomemos por ejemplo el caso de un empedernido fumador que sufre un ataque cardíaco o de un conductor ebrio que colisiona su vehículo, quedando gravemente herido. De nada sirve reprocharles su vicio mientras los doctores tratan de salvar sus vidas. Lo que corresponde es estabilizarlo. Luego habrá tiempo para tratar de enfrentar las causas que los llevaron a esa situación.

La analogía con la violencia o con la delincuencia es clara. No se puede apelar exclusivamente al diálogo y a los acuerdos, mientras diariamente los atentados (no sabotajes) cobran nuevas víctimas. El enfermo hoy se está desangrando y nada conseguiremos haciéndole recomendaciones para mejorar su estilo de vida. Se debe en primer lugar detener la hemorragia.

Detener la hemorragia de la violencia es el principal y más urgente desafío del nuevo gobierno,  y no se logrará ni con querellas ni con invitaciones a dialogar con quienes asesinan trabajadores o queman maquinarias, casas, colegios e iglesias. La política y la administración del Estado no puede ejercerse de manera voluntarista e inocente.

 

Arauco R

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